Una tortura que debes evitar

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Inquisitor es un largo juego de rol occidental inspirando en clásicos como Baldur’s Gate. Pero el giro de tuerca es que te invita a encarnar a un inquisidor que debe buscar pruebas contra posibles herejes para utilizarlas en interrogatorios con derecho a tortura.

Inquisitor tiene lugar en un mundo medieval de corte fantástico donde el mal ha empezado a resurgir tras demasiados años de paz. El ambiente es muy original y está muy bien conseguido. Los aldeanos se encuentran en una fase de paranoia extrema y cualquier gesto extraño del vecino es interpretado como que forma parte de una secta o que en realidad es un demonio escondido.
Gracias a esta premisa, explorar las ciudades o aldeas se torna una experiencia divertida. Incluso no te importa que los temas de conversación se repitan porque cada personaje tiene su propio punto de vista sobre lo que está ocurriendo.

Las misiones principales de Inquisitor te invitan a investigar posibles casos de herejía como un inquisidor recién llegado a la organización. Interroga al personal, busca pistas y, cuando creas que puedes demostrar la culpabilidad o inocencia del sospechoso, puedes iniciar un interrogatorio con opción a tortura (a veces es inevitable ser un poco sádico para sonsacar información valiosa).

Es un sistema muy flexible y que te obliga a cavilar todas tus acciones y sopesar todas las declaraciones. En muchas ocasiones, los casos esconden numerosos giros de tuerca que tan solo empezarás a atisbar si analizas concienzudamente tu bloc de notas.

Hasta aquí todo estupendo, ¿verdad? Casi parecería que Inquisitor es una retorcida versión de PlaneScape Torment, donde los diálogos y deducción son más importantes que los combates. Por desgracia, Cinemax no ha sido del todo sincera en este sentido.

Inquisitor consta de un 20% de investigación y de un 80% de combates, una proporción muy desequilibrada que convierte los interrogatorios en situaciones demasiado puntuales. El gran problema es que los combates no son para nada divertidos.

Cinemax ha imitado el estilo de rol de acción de los Diablo pero se ha dejado muchos elementos en el tintero. El sistema de acceso directo de los hechizos es nefasto. La IA aliada en Inquisitor es irregular y no la puedes controlar directamente. Comprar y vender objetos se tornan procesos aburridos y burocráticos. Un chasco en toda regla.

Toda la originalidad que encuentras en las aldeas de Inquisitor se pierde totalmente en las mazmorras. La peor de ellas es la mazmorra central del primer acto, un conglomerado de niveles subterráneos que nunca acaban y que jamás aportan nada nuevo.

Este recurso se utiliza menos en actos venideros, con lo cual si tienes paciencia y superas las primeras horas te encontrarás con una aventura simplemente regular en este sentido. Pero constantemente te desesperarás por el fallido sistema de combate.

Evita Inquisitor a toda costa porque nada de lo que ofrece merece la pena tu tiempo. ¿El rol como inquisidor? Esas partes son divertidas, nadie lo niega, pero hay muy pocos de estos momentos y están pesimamente dosificados.

Y si eres un “Diablero” tampoco te lo pasarás bien con este juego porque su sistema de combate no funciona y el mundo que se te ofrece solo es original cuando visitas aldeas y reductos similares. Es una pena que Cinemax se haya pasado diez años con Inquisitor donde se nos invita a disfrutar torturando para que el resultado final sea una brutal tortura hacia el seguidor del género.

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